por: José María Izquierdo
En Retamares hoy me he dejado hasta el resuello en un campazo para masocas, y eso que salir de rojas tiene una ventaja enorme. Pero el Presi así lo ha decidido para que no me deje hasta el alma en campos como el de hoy.
El reto sin mares de fondo, pero colinas inaccesibles para gente de mi edad, era como escalar el Kilimanjaro. En fin, una montaña rusa en este veranillo de San Miguel magnífico, cuya escalada de los que suben a patita tiene más mérito que si escalaran el Himalaya.
Ahora en serio. Este campo lo diseñó y lo inauguró en 1993 un vasco llamado Olazábal con el que jugué ese día un Pro-am en compañía de otro José María de apellido Anés, compañero del alma y de fatigas en la tele y ganamos. Bueno lo ganó él y nosotros a su sombra y abrigo. Una bola de golf en plata fue el trofeo que aún la tengo en mi vitrina.
La poca presencia hoy de jugadores habrá que achacarla a la dificultad del recorrido de un campo que te deja el cuerpo baldao, al menos el mío, y eso que las calles estaban muy bien cuidadas y los grines en su sitio para los campeones que saben llegar a sus banderas de forma exitosa como Nacho Aranda, ganador hándicap con 33 puntos. Mérito también el de Jesús Pastor que ha sido el ganador Scratch. Da gusto jugar con él porque hace honor a su apellido indicándote el mejor palo a usar para llegar a la banderita y lo hace con la humildad de un maestro como lo ha demostrado hoy. Saludos y hasta la próxima.
