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Crónicas

    • 09
    • 09
    • 2018
  • Layos

    El negro y los membrillos

por: Antonio Luis Serrano

Teníamos tantas ganas de jugar este torneo, que llegamos los primeros. Ni tan siquiera estaba abierto el campo. A punto estuvimos de volvernos a casa a dormir un rato más.
Bien nos hubiera venido, pues por el resultado de nuestro juego, parecería que estábamos dormidos hoyo tras hoyo.
Menos mal que el buen día y las magníficas compañías que tuvimos jugando, el “catalino” Domenech y el “guineano” F. Javier Hernandez, nos permitieron sobrellevar el infortunio de vagar como alma pena por los prados toledanos.
Que si los drives parecían aproches, que si los pitches eran cabezones, que si los chipes eran saltos de rana, que si los pateos eran cortos como mangas de chaleco o mas largos que los drives.
En fin, que lo único bueno de no llegar a estacas rojas era que aunque te tocaba pagar una ronda uno también bebía. Y entre ronda y ronda se nos pasó la hora y media que estuvimos esperando a que terminase el siguiente partido. Eso nos pasa por jugar los primeros y con el equipo diezmado por la comparecencia tardía pero segura de nuestro más veterano jugador, el por todos envidiado Jose María Izquierdo.
Menos mal que el cocido de “el Negro” y la generosidad de un par de “membrillos” al mus, invitando a gintonics, hicieron olvidar las penas mañaneras.
Como seguramente habéis intuido perspicazmente, quien escribe esto no es Matilde F. Jarrín, a quien le correspondía por su posición en la clasificación en el nº 13,...(sin rima consonante), si no “su negro”, tanto a nivel literario como vivencial.
Siempre un placer pasar un día de golf con vosotros.