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Crónicas

    • 15
    • 04
    • 2015
  • Palomarejos

    En el túnel de viento de Palomarejos

por: Francisco G. Basterra

Martes 14 de Abril, fuerte viento del suroeste, con rachas muy fuertes que en bastantes momentos nos hicieron pensar en que era martes y 13 y que estábamos en un túnel de viento probando la penetración de una bola de 4,26 centímetros de diámetro y de menos de 45,9 gramos de peso. Pero no, estábamos en el magnífico campo de golf de Palomarejos, en la vega del Tajo, en Talavera de la Reina, donde las calles están tan alfombradas como los greens, en el mejor escenario posible para una nueva prueba de la AEPJG.

Aunque la treintena de asistentes -¿por qué participan tan pocos socios en los torneos?- quizá no estuviéramos tan preparados para luchar contra los elementos, con resultados perfectamente descriptibles, sobre todo para algunos. Pero lo hicimos, cada uno con nuestras armas, aunque los drives, estimados por lo lejos que supuestamente envían la bola, parecían en ocasiones, sobre todo si esta cogía altura, suspenderla en el aire. La ventaja fue que sobraba tiempo para seguir su caída.

Me di cuenta en Palomarejos del principio básico de la navegación a vela, que establece que la proa un barco no puede dirigirse directamente en contra del viento y es necesario para avanzar dar bordos abriendo ángulo al viento. Con céfiros de 35 o 40 kilómetros por hora como soplaron el día 14, es clave contar con un golpe de drive que tenga algún parecido, aunque sea mínimo, al de los compañeros que acaban de luchar por la chaqueta verde de Augusta. También en el golf algunas jornadas hay que abrir ángulos a la bandera.

A mí el viento de Palomarejos y un mal resultado, perdí dos importantes décimas de mi nuevo hándicap, que había reducido en cinco décimas desde el nivel más alto, me sirvió de acicate para continuar. Pero al mismo tiempo me hizo preguntarme, como hacemos la gran mayoría de los entusiastas de este deporte tan agradecido y desagradecido a la vez, ¿por qué seguimos jugando al golf incluso cuando lo hacemos mal? La respuesta la tiene el genial escritor norteamericano John Updike, que jugó al golf durante todas su vida. “Seguimos jugando al golf por los poquitos golpes que acertamos en cada vuelta. Cuando le damos bien y
conectamos el swing natural, fluido", precisa Updike, “en esos momentos de silbido, ascensión, suspensión en el aire y caída, nos reflejamos en nuestro yo ideal. Si poseemos ese golpe, debemos tener mil más; el problema es que nos salgan, dejarlos salir”.

Colegas de Palomarejos, gracias por un gran día de golf. Seguiremos intentándolo.