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Crónicas

    • 13
    • 06
    • 2017
  • Layos

    ¡¡¡ HOYO EN UNO ¡¡¡

por: José Fernández Beaumont

Cuando se produce en el golf la siempre deseada pero lejana proeza de meter la bola en el hoyo del primer golpe desde el tee, la celebración supera el nivel individual y corre como la pólvora por todo el grupo. Y como expresión de una sana envidia se le suele decir al autor que guarde la bola, debidamente marcada y utilizada como un documento para la historia, entre los libros de su casa o, mejor todavía, en una hornacina.

Ni siquiera los profesionales están acostumbrados a acontecimientos de este tipo. Cuando consiguen un hole in one en un torneo de postín tan sólo sonríen o dirigen hacia el aire su puño cerrado. Saben incluso que en el mejor de los casos han podido ganar un coche, pero lo que celebran por encima de todo es el hecho en sí del hoyo en uno, porque raramente se produce.

Pues bien, Layos se ha convertido este lunes doce de junio en el escenario de la gran gesta más propia del destino que de la habilidad individual del sufrido jugador de golf. O si no, que se lo digan a Francisco Javier Gutiérrez Zúmel quien no se creía la “proeza” que acababa de realizar en el hoyo 11, par 3, de 148 metros, sobre el que el vademécum del campo dice:” Un par 3 asequible que sólo tiene la dificultad de que el green está más alto que el tee de salida y obliga a afinar mucho la elección de palo, sobre todo si hay viento en contra. El green, a su vez, tiene una profundidad de 30 pasos, de manera que pueden hacer falta dos palos más”.

Yo no iba en su partido y por eso he pedido que describa el “suceso” a uno de sus compañeros. Dice Javier Hernández: “un golpe perfecto con un híbrido que vimos botar en green, pero no pudimos ver cómo entraba. Cuando llegamos al green no aparecía la bola, Javier ya pensaba que se había perdido como le había pasado en el hoyo 3 con una bola cerca del green que desapareció, pero en esta ocasión yo me acerqué al hoyo y allí estaba la bola para alegría de todos los integrantes del partido”.

Digo que no lo ví, pero estoy seguro de que Javier afinó en la elección del palo teniendo en cuenta que el green estaba más alto que la salida y que, además, corría una ligera brisa en contra. Javier realizó estas rutinas que exigen la integración de mucha información como siempre lo hace y soltó el golpe como lo suele soltar…, pero esta vez la bola llegó hasta el deseado agujero y entró rozando la barra que sustenta la bandera y eso sí, sin hacer ruido en la cazoleta. La voluntad y el azar coincidieron en esta ocasión y el azar vino a ensalzar los méritos de Javier.
Por lo demás, la sesión de Layos tuvo sus momentos agradables de reencuentro con uno de los campos más valorados por los socios de la AEPJG. Gran campo que nos ayudó, con su suave viento a superar el calor achicharrante que anunciaban los sistemas satelitales utilizados para las predicciones del tiempo y que al final no fue para tanto. Naturalmente algunos combatieron el calor instalando y repartiendo desde el buggie una nevera expendedora de agua casi helada y de bebida isotónica. Que se lo digan, si no, a Juan Mora. Yo doy fe de ello. Y también puede darla Carlos Alcaraz que venía en el mismo partido y que quedó el segundo con 35 puntos en la clasificación hándicap, aunque el honor del primer puesto fue para nuestro “ilustre y nunca bien ponderado” secretario Laureano Suárez, con 37 puntos, mientras que en el tercer puesto se situó José Ignacio Tamargo. También estos jugadores destacaron en la clasificación scratch liderada por el gran Crescencio Argueso.

El caso es que no jugamos muchos. Tan sólo 23. Y el caso es que no pudimos comer el cocido de El Mulato, porque era lunes y no trabajaban.

Todo esto y mucho más dio de sí un lunes caluroso de junio, en el que coincidieron la voluntad y el azar.